La iglesia no es el edificio donde nos reunimos, la conforman cada una de las personas que se reúnen a buscar a Jesús.


Por eso solemos tener encuentros más pequeños por las casas, una vez a la semana o cada 15 días. Los grupos caseros se definen por la cercanía geográfica de sus participantes. Nos permiten tener un espacio diferente, más cercano e íntimo, para tener comunión, conocernos más, orar unos por otros, compartir un mensaje y disfrutar de la bendición de ser familia.

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